Por: Edwin Lozano - Director financiero y administrativo de la Fundación Barco
Cada día son más las compañías que han entendido que una empresa no puede ser sostenible en un entorno insostenible, es por esto que buscan realizar un aporte a la sociedad que tenga el doble propósito de generar valor propio y responder a los intereses del entorno. De esta manera lo define la Guía de Arquitectura Social y Estratégica de la ANDI.
Para generar una intervención social que a su vez le ayude a tener un entorno saludable a una compañía se debe buscar que esta intervención responda a unas premisas importantes para que la misión emprendida tenga resultados satisfactorios
Que responda efectivamente a lo que necesita el entorno, ¿se han evaluado las necesidades de las comunidades a impactar y se tienen identificadas las necesidades?, al igual que un proyecto de emprendimiento empresarial donde se debe tener claro cuál es la necesidad insatisfecha que tiene el mercado objetivo, de la misma manera al emprender un proyecto social se debe tener claro qué es lo que desea la comunidad a intervenir, cuáles son esas necesidades que se tienen y cuales son las causas de esas necesidades qué es lo que realmente debe atacar una intervención social que nos diferencie de un asistencialismo que solo busca subsanar una necesidad pero que al dejar de existir esa ayuda, la necesidad se mantiene.
Que sea factible, para eso se debe responder a la pregunta ¿se tiene conocimiento y el recurso humano para emprender un proyecto social? sin eso, muy seguramente se van a malgastar tiempo, esfuerzos y recursos importantes encontrando la vía para alcanzar el impacto social deseado.
Que sea viable, ¿se tienen los recursos necesarios para iniciar y sostener el proyecto en el tiempo? no se puede emprender un proyecto social que dependa de los eventuales excedentes de cada año para mantener sus actividades. Se debe tener claro que es necesario garantizar los recursos para todo el proyecto. Abandonarlo o recortarlo genera desconfianza y frustración en las comunidades, lo cual tiene un impacto negativo significativamente mayor a no emprender una intervención.
Esto nos lleva a una premisa que es fundamental al momento de emprender proyectos sociales y es el IMPACTO, ¿Se tiene claro el objetivo social a alcanzar?, si no se tiene un norte claro de la meta a la que se quiere llegar es posible que su proyecto se diluya en el tiempo y termine solo siendo una buena intención que logró mitigar algunas necesidades de la comunidad por un tiempo pero que al desaparecer, la comunidad vuelve a estar en el mismo punto en el que se encontraba al inicio del emprendimiento. Me quiero detener en el punto del impacto por dos cosas, primero el impacto debe ser medible porque solo si se puede medir se puede saber qué tan cerca o lejos se está de cumplir la misión emprendida. Lo segundo es que no debemos confundir impacto con llenar necesidades insatisfechas, se puede calmar el hambre de un niño, pero solo le cambia la vida realmente el día que se logre que ese niño a través de su entorno, pueda tener cubierta su alimentación.
En esta búsqueda muchas compañías caen en el error de confundir el asistencialismo o el voluntariado como intervención social haciendo que sus esfuerzos no tengan el alcance deseado, llevándolos al desinterés y abandono de las iniciativas con el pasar tiempo y ese esfuerzo loable de las empresas se pierde.
La verdadera sostenibilidad de los proyectos sociales se logra cuando se consigue cambiar la vida de la comunidad intervenida y esto solo se estructurando proyectos sociales que cumplan con las premisas de factibilidad, viabilidad, efectividad e impacto medible; de lo contrario se obtiene un asistencialismo que logra llenar algunas carencias mientras dure, pero una vez terminado, la situación de esa comunidad será igual o peor que antes.