Por: Alejandro Piscitelli, sociólogo y conferencista internacional
La invitación por parte de la Fundación Barco a abrir con una conferencia la entrega de la quinta edición del Premio Antonio Restrepo Barco sobre familia en Colombia, me estimuló a reflexionar sobre este fundamental actor social en tiempos de pandemia.
¿Cómo sintetizar lo que ocurrió y sigue ocurriendo en nuestras familias desde que comenzó esta crisis?
La modificación radical del uso del tiempo y el espacio en el día a día familiar, especialmente en los momentos de encierro más duros generó un impacto importante. De pronto de un día para otro el hogar que aglutinaba el encuentro familiar en algunas horas del día, pasó a ser utilizado cual un “aleph borgiano” como oficina de trabajo, aula del colegio o la universidad, gimnasio, sala de esparcimientos, etc. Y de pronto las fronteras temporales entre estas actividades, se desdibujaron hasta casi desaparecer. ¿Era jueves, sábado o domingo?. Lo mismo daba.
Esto trajo una serie de consecuencias concretas como la reconfiguración de roles, especialmente entre los mayores, no solo porque en muchos casos se redistribuyeron las labores domésticas, sino también porque un padre o una madre en un mismo día podían realizar también operaciones financieras, tareas de asesoramiento docente (complementando lo que el maestro de turno solicitaba a los niños), acompañamiento terapéutico o asesoramiento para mantener la forma física.
De otro lado, se evidenció la acentuación de las funciones y disfunciones familiares. Durante estas particulares circunstancias, aquellas familias que sufrían relaciones patológicas se enfatizaron y aquellas con relaciones amorosas, se destacaron. En estos últimos meses en muchos países del mundo se han publicado cifras que muestran el incremento de las denuncias por violencia familiar y era ciertamente esperable: no es que la pandemia haga a la gente más agresiva, sino que en pandemia, la gente agresiva tiene un entorno más favorable para desarrollar sus patologías.
Las condiciones de vida que generó la pandemia en general y las cuarentenas en particular, han puesto la lupa de manera inesperada en la vida familiar. A continuación destaco cinco aprendizajes que nos deja esta crisis.
Sobre la crianza: tenía que ocurrir un fenómeno tan inusual como la pandemia para que nos diéramos cuenta que la crianza de los niños no es un capricho fácil o un hobby de algunos. Las dificultades que se han reflejado en este sentido una y otra vez en los medios fueron necesarios para que se tomara conciencia de la cuestión. Y a esto se agrega algo no menos significativo: en cada uno de los hogares se está preparando a las nuevas generaciones de cada uno de nuestros países. Un aporte que hacen las familias pero que parecía no tenerse en cuenta en las últimas décadas al menos en occidente.
Sobre el trabajo: también se puso en evidencia que muchas tensiones laborales que se generaban en la vida cotidiana de la pre pandemia, van a contramano y son incompatibles con una vida familiar sana.
Sobre las diferencias sociales: se hizo evidente que un fenómeno que parece igualitario (“todos nos podemos contagiar”) no lo es tanto. Y en realidad puso también en la escena pública las diferencias sociales que se proyectaron obviamente dentro de las familias . El punto más resaltado, pero no el único, ha sido el de las estrategias para mantener la escolaridad de los niños a través de los medios tecnológicos, de los cuales muchas familias carecen.
Sobre lo demográfico: se vió en toda su magnitud, lo que muchos especialistas vienen advirtiendo hace años, el envejecimiento poblacional, producto de una mejora en la esperanza de vida pero también en las bajísimas tasas de natalidad que con algunos matices se registran en todo el mundo. Y así fue como al menos en su primera ola el covid se ensañaba con aquellos países con mayor cantidad de ancianos.
Sobre el Estado: por si fuera necesario mencionarlo, en todas estas cuestiones relacionadas con la familia, queda claro que el Estado en primer lugar, pero también las organizaciones de la sociedad civil tienen un rol fundamental para apuntalar a las familias ayudándolas a que cumplan con sus funciones básicas universales en este contexto lleno de dificultades: la equidad generacional (el cuidado de los más débiles) la socialización y transmisión cultural y el aprendizaje del control social.
Todas estas manifestaciones en torno a lo familiar han irrumpido en el escenario de debate social de manera inesperada y significativa. Queda ahora pendiente desde los distintos sectores sociales relacionados con esta problemática, poner manos a la obra para aprovechar esta coyuntura y avanzar en políticas sociales perdurables (desde el sector público y/o privado) que ayuden a mejorar esta situación.
Licenciado en Sociología (UBA) Master y Doctor en Sociología (UCA). Director del Departamento de Sociología y del Doctorado en Sociología de la Universidad Católica Argentina. Docente titular de Sociología y Metodología de la investigación en grado y posgrado en la Universidad Católica y en la Universidad Argentina de la Empresa.
Titular de Familia, sociedad y cultura en la Maestría en asesoría familiar y gestión de programas para la familia de la Universidad de La Sabana.
Especialista en investigar temas de sociología de la familia, consumo y moda participando en distintos tipos de publicaciones de estas especialidades.